domingo, 5 de febrero de 2012

Llorar siempre será bueno


La risa y el llanto tienen muchas cosas en común, entre ellas, y la más obvia, es que son contagiosos. La risa genera endorfinas, pequeñas proteínas popularmente llamadas de "la felicidad". Las endorfinas actúan como neurotransmisores aumentando los niveles de células T, refuerzan el sistema inmunológico del organismo.     
Algo similar ocurre con el llanto. Llorar nos hace liberar adrenalina, una hormona que segregamos en situaciones de estrés, y noradrenalina, que actúa como neurotransmisor y tiene un efecto contrario al de la adrenalina. Cuando lloramos, eliminamos estas hormonas, lo que produce una sensación de desahogo y tranquilidad. Un ejemplo de esto es que, después de derramar algunas lágrimas, tanto niños como adultos se quedan dormidos.

La mejor válvula de escape
También  es la mejor válvula de escape para cualquier emoción intensa y que nos sobrepasa en un momento dado. Cuando rompemos a llorar, las emociones se liberan como si las hubiéramos tenido atrapadas en una olla a presión.
El llanto es parte del aprendizaje y del desarrollo humano, pero conforme nos hacemos adultos prescindimos de las muy saludables lágrimas como "cosa de niños", nos las permitimos en muy pocas ocasiones, y sólo cuando nos es imposible tragárnoslas.
El estrés, la tristeza, el dolor síquico y físico, la alegría, los nervios, la angustia, la emoción, etcétera, etcétera, son sentimientos que podemos traducir en lágrimas. Cuando lo hacemos nos sentimos mucho mejor, pero si ahogamos el llanto sólo logramos aumentar la presión y el desequilibrio interior.Las lágrimas que no derramamos pueden enfermar el cuerpo y el alma, por eso hay que aprender a llorar de nuevo, algo muy difícil en sociedades en las que hacerlo es algo  que se hace muy pocas veces y preferentemente en privado.